Antes de la colonización, África era uno de los continentes más despoblados
del mundo, pero la llegada de la medicina occidental, precipitó el
comienzo de la transición demográfica, en unas sociedades que aún estaban muy
lejos de asumir que con el desarrollo, teniendo menos hijos, estos podían
sobrevivir a los padres. La población aumentó espectacularmente, pero el
desarrollo económico no acompañó el crecimiento, lo que provocó subdesarrollo,
miseria, y hambre. A pesar de todo, África es uno de los continentes más
despoblados del mundo.
El crecimiento ha sido muy rápido, más del 2% anual durante 75 años. Las
diferencias sociales han generado tensiones. El hambre es un mal
endémico. La tasa de natalidad es muy alta, y a pesar de los avances
médicos la de mortalidad infantil también, debido a la miseria.
La población africana se calcula en unos 500.000.000 de habitantes a finales
del siglo XX, aunque realmente es una cifra supuesta, ya que es muy difícil
hacer un censo fiable. Esto su pone una densidad media de 17 h/km2, una
concentración muy baja.
La población está irregularmente repartida. La mayor parte del
continente es un auténtico desierto demográfico. Los desiertos, tanto del norte
como del sur, y las selvas ecuatoriales están prácticamente deshabitados. Por
el contrario el delta del Nilo, la cuenca baja del río Níger, la región de Johannesburgo-El
Cabo, y las grandes ciudades capitales de país, están muy densamente pobladas.
Estas son también las regiones más desarrolladas económicamente.
Las enormes diferencias entre regiones hace que las migraciones sean una
constante en África. Estas migraciones están provocadas por el hambre, la
miseria, la falta de recursos, o son forzosas a causa de la guerra. El flujo
general de la emigración es del campo a las ciudades capitales, y luego, si
es posible, a Europa. La guerra y las deportaciones son una de las causas de
migración más espectaculares en África.
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